( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 01 cap. 16 )
Sikshana o la educación
9 de Septiembre de 1958
Ciudad de Venkatagiri
Hasta hace más o menos una hora, los organizadores de esta reunión estaban nerviosos pensando que quizá yo no pudiera venir. Se habían reconciliado con la decepción y estaban febrilmente haciendo arreglos alternativos, pues habían oído decir que el río Godavari estaba crecido y que yo estaba en Rajahmundry. Temían que no pudiera cruzar las aguas y venir al sur a tiempo para esta cita. Del hecho de que yo les hubiera permitido anunciar mi llegada para esta función bien deberían haber inferido que las aguas bajarían y que me reuniría con ellos, pues una vez que mi palabra ha sido dicha, debe ocurrir en consecuencia. No lo duden. Las furiosas olas temblaron ante Rama; las aguas bajaron a tiempo para que yo pasara.
Dejamos Chebrole anoche a las 23:00 hrs. y llegamos a Nizzvid cerca de la madrugada. De ahí seguimos durante todo el día sin parar en el camino, ni siquiera frenando cuando vi al Kumararaja y a otros cerca del puente en las afueras de esta ciudad, pues tenía la determinación de estar aquí a las 17:00 hrs., como lo había prometido. Les puedo revelar que los organizadores estaban un poco desprevenidos; estaban confundidos por rumores de que yo había sido retenido y que no se me podía localizar por correo ni por telegrama o teléfono. Me pidieron algún tiempo para los arreglos. Créanme, nada puede impedirme; mi voluntad prevalece. Aquellos que regaron rumores de que yo había sido detenido por la inundación ignoraban mi realidad.
Nada puede detenerme ni agitarme ni echar una sombra sobre mí en esta forma humana; tengan la certidumbre de esto. Ni un solo pelo pueden tocarme las fuerzas de la calumnia, de la desconfianza o de la ignorancia. Mi sankalpa (voluntad divina) prevalecerá; mi tarea debe cumplirse. Mi misión debe triunfar. He venido para iluminar el corazón humano con la luz divina y para liberar al hombre del engaño que lo aleja del camino de la paz, de la perfecta ecuanimidad de la realización.
Esta escuela está asociada con el difunto hermano del Raja Saheb, una persona que moró en mi nombre aun en los últimos momentos de su vida, y es por esto por lo que acepté inaugurarla. Encuentro que su nombre, que es una larga guirnalda de bellas denominaciones de Dios, cada una fragante con la gloria divina, ha sido recortado en una serie de letras que no tienen fragancia ni sabor ni significado. Esto no está bien. ¿Por qué privar un nombre de su halo recortándolo o quitándole su aura? La lista distorsionada de letras con la que ahora han sustituido su nombre completo, quizá para mayor conveniencia, me parece más complicada que el nombre original, el cual aunque largo, le recordaba a uno la magnificencia y esplendor del Señor. Es la razón por la que se recomendaron estos nombres para los hombres en los Sastras, de manera que cada vez que se mencionaran, surgiera alguna imagen del Señor, dulce y espléndida ante el ojo de la mente.
Es realmente bueno que las muchachas de esta ciudad tengan ahora una escuela secundaria. Aprecio los esfuerzos que todos ustedes han hecho para empezarla y veo que el edificio y el equipo son satisfactorios. Bendigo a las muchachas que aquí estudian, así como en cualquiera otra parte, pues todas las escuelas son mías, las inaugure yo o no, para que cultiven la fe en el dharma (deber) y tengan simpatía para todos. La India, Bharatha, tiene una vez más que tomar el papel de maestro para toda la humanidad y así cada muchacho y muchacha de esta tierra debe alcanzar un carácter sin mácula y llevar una vida de estricta disciplina moral. Bharatha es una palabra derivada de Bhagavan y de Rathah, el constante apego al Señor, y la palabra connota un pueblo que está dedicado al servicio y a la elevación de lo divino en los hombres. Así, junto a la instrucción que reciben bajo las condiciones actuales en tales instituciones, una instrucción que les ayudará a ganarse la vida y les dará a todas ustedes un cierto brillo y pulitura, también deben pasar por un adiestramiento en la antigua disciplina que doma los instintos, controla los impulsos y asegura la firmeza del carácter. Estas cosas son necesarias para ustedes, sin hablar del papel que Bharatha tiene que asumir.
Sikshana o la educación es un proceso en el cual el educado y el educando cooperan, y debe ser una experiencia agradable para ambos, una empresa útil y alentadora. Kshana significa segundo, momento, y quiero que aprendan una buena lección cada segundo de su vida escolar. Por ejemplo, cuando el maestro entra al salón de clase, los niños deben saludarlo; esa es una lección de humildad, el respetar la edad y el saber, en gratitud por los servicios rendidos. El maestro a su vez debe aprender a merecer los saludos de los niños confiados a su cuidado con un trabajo sincero y un servicio abnegado. El alumno no debe respetar al maestro por miedo, sino movido más bien por amor. El maestro debe evitar todos los métodos que asusten o atemoricen. La educación es un proceso lento, igual que el desarrollo de una flor en la cual la fragancia se vuelve más profunda y más perceptible en el florecimiento silencioso, pétalo por pétalo, de toda la flor.
Este desarrollo será ayudado si el maestro es un buen ejemplo de discernimiento (viveka), disciplina (vinaya) y sagacidad (vichakshana), en vez de ser una persona dedicada a la tarea de enseñar y preparar para los exámenes de manera meramente repetitiva. El ejemplo, no el precepto, es la mejor ayuda para la enseñanza.
El valor del carácter tiene que ser recalcado aquí, pues ésta es una escuela para muchachas, y rasgos como la modestia y la devoción a Dios son verdaderas joyas para la mujer. Las mujeres preservan los valores tradicionales de nuestra cultura y mantienen a la nación en buen equilibrio. Si ellas fallan, entonces sí habría sufrimiento y se sentiría inseguridad e intranquilidad, créanmelo. Por ello, basen todos los esfuerzos educacionales en desarrollar el carácter de las estudiantes y entonces pueden pensar en levantar sobre el mismo la superestructura de los planes de estudio y demás. Las alumnas deben conocer el secreto de la vida feliz y de la cooperación feliz con otros miembros de la comunidad. Hay deberes para con uno mismo, con la familia y con la sociedad que deben llevarse a cabo con inteligencia y alegría. Sólo entonces puede ser la vida armoniosa y fructífera. Declaro que esta tarea de renovación y reforma de la educación es parte de mi misión y antes que pase mucho tiempo me encontrarán dedicado a ella y castigando a aquellos que simplemente hablan, alto y largo, de la reconstrucción y la preservación de los valores espirituales.
Las muchachas son las que formarán los hogares de esta tierra y así esta escuela es una institución básica, esencial para esta ciudad. En esta tierra se honra a la mujer como a la Lakshmi del hogar, la Dharmapatni o compañera en el peregrinaje hacia Dios y la autorrealizaci6n, y como el ama del hogar. Si las mujeres de un país son felices, saludables y sagradas, los hombres de ese país serán fuertes, honestos y felices. Thyagaraja ha cantado que hasta los héroes más fuertes son kanthadasas, o sea, movidos por los deseos de la mujer y por lo tanto, la mujer tiene un papel crucial en la elevación individual y social. Por lo tanto, no voy a obligar a las muchachas a estudiar los detalles geográficos de América, Australia o Alemania. Preferiría que supieran la técnica de la calma mental y de la armonía y servicio social y del contento económico. ¡Que desarrollen terror a la falsedad, a caer en el error moral! Esto es más importante aún que el desarrollo del temor a Dios. ¡Que también sepan algo de la alegría que puede dar el servicio a los desgraciados, el servicio sin pensar en los beneficios que pueden seguir de la simpatía mostrada! Que aprendan a dejar a un lado el egoísmo que envenena el seva o servicio del Señor, hasta de los veteranos en el campo, que andan por ahí ensalzándose como fundadores y promotores del servicio a los pobres y a los inválidos de esta institución o aquella. La alegría del seva está en el acto mismo. El fruto del servicio del Señor está en la remoción del orgullo, no en su multiplicación.
Las estudiantes de esta escuela asumirán más tarde el más glorioso y el más responsable papel de la maternidad, así es que los maestros en las escuelas de muchachas tienen una enorme tarea ante sí: el labrado de la historia futura de este país. La madre es el pilar del hogar, de la sociedad, de la nación y por ende de la humanidad misma. Las madres deben conocer el secreto de la paz mental, del silencio interno, del valor espiritual, del contento que es el bien más valioso, y de la disciplina espiritual que dan felicidad duradera.
La madre debe enseñarles a los niños el valor del namasmarana (recordaci6n del nombre de Dios) y de la limpieza mental y física. Debe ser como la madre en la historia contada por Vivekananda, que aconsejó a su hijo el llamar a Krishna en su camino hacia la escuela por el bosque, solo e indefenso.
El padre y la madre deben complementar en el hogar el adiestramiento dado por el maestro en la escuela. Deben familiarizarse con las lecciones que el niño recibe en la escuela y hacer que tanto la conducta de ustedes como sus consejos no estén en contradicción con lo que el niño aprende del maestro a quien reverencia.
Los maestros y los padres deben hacer que los niños aprendan buenos hábitos y actitudes durante estos años formativos. Lo que se lee en los libros debe ser contemplado, pensado con tranquilidad, reflexionado en silencio. Es un excelente ejercicio para el desarrollo intelectual y la adquisición de paz mental. El instinto de reñir y pelear por todos los malentendidos debe ser regulado y sublimado. Los niños no deben gozar del sufrimiento de otros ni debe permitirse que sufran dolor físico ni angustia mental. Deben tener sentido de responsabilidad por lo menos con respecto al cuidado y mantenimiento adecuado de sus libros. No deben deleitarse mostrando su vestimenta u ornamentos o posición o riqueza delante de los niños menos afortunados de la escuela. Hay que enseñarles hábitos de limpieza personal y, lo más importante, el hábito de la oración a horas regulares. Deben animarse para que se acuesten a las 9 de la noche y despierten a las 5 de la madrugada, y después de lavarse la cara y limpiarse los ojos y los dientes, hay que inducirlos a que oren y hasta a que mediten. No crean que hay suficiente tiempo en la vida para orar después, durante la vejez quizá. El momento para poner las bases del hábito es ahora. De igual manera, en la escuela el trabajo del día debe empezar con una oración de cinco minutos que debe ser tomada en serio por todos y no ser reducida a la mera formalidad o farsa en que se ha convertido en la mayoría de las escuelas. La más mínima señal de negligencia mostrada por la escuela al preparar las sesiones de oración reaccionará en las mentes de los niños y ellos descubrirán rápidamente la farsa. Así es que traten la oración como el fundamento mismo de todo el edificio de la instrucción. Cuando se toque la última campanada del día, hagan que los niños se pongan de pie y guarden silencio durante un minuto o dos y luego despídanlos. No hay nada como el silencio para aquietar las olas de su corazón. Los maestros deben contarles a los niños cuentos inspiradores de nuestros santos y héroes y sembrar el amor por la literatura espiritual. Si esta escuela crece de acuerdo con estos lineamientos, entonces el dinero tan generosamente ofrecido y tan alegremente dedicado al establecimiento de la escuela, estará bien gastado; y estoy seguro de que esta escuela se desarrollará como una institución muy útil en un tiempo muy corto.
Ciudad de Venkatagiri, 09-09-1958.