( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 4 )
Ofreciendo veneno
9 de Marzo de 1968
Salón Comunal de Vidyanagar, Hyderabad
El único rayo de esperanza ante el sentimiento de temor, violencia y conformidad obligada, odio y persecución que nos envuelve, es la paz que uno puede ganar por medio del autocontrol y la práctica espiritual. Esa paz permeará y purificará la conciencia interna así como la atmósfera externa. La práctica espiritual (sadhana), es el aliento vital del hombre; la lucha por el poder, la riqueza y la ostentación no es sino el aliento del veneno. ¡Pobre y tonto hombre que ansía el aire que lo va a destruir, el alimento que lo atormentará y la bebida que lo corromperá! Se deleita en arruinar su naturaleza y negar su propia excelencia. Ésa es la tragedia de la civilización.
Él niega también la excelencia innata del mundo que lo rodea. Rehúsa ver en ella la obra de Dios, evidente en su belleza, armonía, verdad, bondad, amor, ley y enseñanza, en todo lo que es visible para el ojo y que llena la mente. ¡Se enorgullece de su ceguera y la eleva a una filosofía llamada ateísmo! Rechaza las uvas «porque están ácidas» antes de haber siquiera saltado para alcanzar el racimo; declara que el mar es poco profundo antes de entrar en él. Buscar la verdad, que también se llama Dios, es tarea demasiado difícil para sus débiles alas. No es de asombrarse entonces que el hombre esté abrumado de temores y debilidades; no puede escaparse de ellos mientras se arrastra en el cieno y no se eleva hacia la luz. La gente dice que todo esto es el sutil efecto del tiempo. Bien, ¿qué es exactamente el tiempo? El tiempo no es sino la profundización de la raíz, el madurar de la fruta, la transformación de un hábito en una tradición. Sin éstos, el tiempo no es sino una vuelta de la rueda. El tiempo ha dotado a la India con una preciosa herencia: la tolerancia de la diversidad (sahana); la adherencia a la verdad (sathyam); la reverencia a la madre como la verdadera educadora y en gratitud por el don del nacimiento (matrubhava), y el dharma (la rectitud), las bases fundamentales de una sociedad estable, como la integridad, el servicio, la compasión, etcétera. Pero esta herencia es encerrada en libros y expuesta en tribunas; no es utilizada en la vida diaria.
El veneno es el diario alimento del hombre hoy en día. ¡Su ojo se deleita en el veneno, su boca esputa veneno, sus oídos se exaltan cuando se anuncia el veneno, sus pies lo llevan a antros de veneno, su mente proyecta planes para envenenar la mente de otros! Sólo Dios puede beberse el veneno y librar al mundo del holocausto, como lo hizo Shiva cuando el Halahala (el veneno que regurgitó la serpiente Vasuki en el Batido del Océano) amenazaba destruir al mundo. Mediten sobre Shiva, el dios cuya garganta es azul debido al veneno que bebió, y entonces el veneno ya no tendrá fuerzas para hacerles daño. Yo los llamo para que vengan y ofrezcan ante mí todo el veneno que tienen dentro de sí; tomen de mí salud, felicidad y el cielo mismo.
El Árbol Celestial (Kalpavriksha) en el corazón humano está siendo sofocado por malezas y zarzas. Arranquen estas malezas asfixiantes y el árbol crecerá y dará frutos.
Vean a Dios en cada persona que encuentren, vean a Dios en todo lo que hagan. Su misterio es inmanente en todo lo material y lo no material; de hecho, se ha descubierto que no hay tal materia ni nada material. ¡Todo es Dios, una expresión de su misterio! Obtengan alegría de las fuentes dentro y fuera de sí. Avancen, no se detengan ni retrocedan: cada minuto debe marcar un paso hacia adelante. Alégrense de que les es dado reconocer a Dios en todos y reciban con beneplácito todas las oportunidades de cantar su gloria, de oír su historia, de compartir su presencia con otros. Dios tiene sus manos en todas las obras, sus pies en todas las altitudes, sus ojos más allá de todos los horizontes, su rostro delante de cada cara. Esto es lo que el Bhagavad Gita declara; aquellos de ustedes que leen el Gita pueden dar fe de la exactitud de estas afirmaciones con sólo tener fe en Él y vivir en su luz.
Voy a encender ahora la lámpara que seguirá ardiendo mientras ofrecen sus bhajans (cantos devocionales) continuamente durante doce horas. Venkatavadhani dijo que la lámpara arderá clara y brillante si ustedes le vierten uno de los tres aceites: devoción (bhakti), sabiduría (jñana) o desapego (vairagya). No es así. Deben tener los tres; todos son componentes de una sola lámpara. Son como el envase, el combustible y la mecha. La devoción es el envase, el desapego, el aceite y la sabiduría, la mecha que puede ser encendida con rasgar el fósforo de la fe firme.
Salón Comunal de Vidyanagar
Hyderabad 9 111 68