( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 01 cap. 11 )
Nara y Narayana
25 de Julio de 1958
Nellore
Todo llega a su tiempo, se dice; la fruta tiene que crecer y madurar para que su acidez se vuelva dulzura. He venido a esta ciudad durante diez años, ipero sólo hasta esta noche no había sido posible que ustedes, en esta reunión multitudinaria, recibieran la dicha de oírme hablar! Me siento muy feliz de estar con todos ustedes en una hora auspiciosa reunidos en un solo lugar. Todo lo que les pueda decir acerca de las disciplinas espirituales ha sido expresado antes; la capacidad del hombre, su naturaleza, sus aptitudes, son antiguas posesiones, y los consejos en lo que toca a su empleo son, de igual modo, muy antiguos.
Lo único nuevo es el comportamiento perverso del hombre, las tendencias en las cuales ha estado malgastando sus aptitudes, usando mal su capacidad y actuando en forma contraria a su naturaleza. Ha olvidado el camino prescrito en las escrituras para el cultivo de su naturaleza, y de ahí viene todo su sufrimiento; también por eso es mi advenimiento.
El hombre es esencialmente un animal con discernimiento, dotado de viveka. No está contento con la satisfacción de las meras necesidades animales; él siente algún vacío, cierto profundo descontento, alguna sed insaciada, pues es hijo de la inmortalidad y siente que la muerte no es ni debería ser el fin. Este discernimiento impele al hombre a buscar las respuestas a los problemas que lo obsesionan: ¿De dónde vine? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el fin del viaje? Así, el intelecto (buddhi) debe mantenerse vivo y claro. Hay tres tipos de buddhi, de acuerdo con el predominio de una u otra de las tres cualidades (gunas): el tamas, que confunde la verdad con la no verdad y toma ésta por aquélla; el rajas, que como péndulo va de un lado a otro, entre las dos, incapaz de distinguir entre ellas; y el satva, que sabe lo que es sathya y lo que es asathya.
Actualmente el mundo está sufriendo de superactividad mental antes que de pereza: los individuos tienen violentas simpatías y aversiones; son fanáticos y facciosos; se dejan llevar por la pompa y el ruido, el boato y la propaganda; debido a esto, el discernimiento se ha hecho necesario. Para llegar a la meta, es esencial tener una mente sátvica; ésta buscará la verdad con calma y se atendrá a ella no importa cuáles sean las consecuencias.
He venido para ayudarles a todos a adquirir esta naturaleza sátvica. Quizá hayan oído a la gente hablar de mis milagros; de que yo hago esto y que doy aquello, de que yo lleno todas sus necesidades, de que yo curo sus enfermedades. No obstante, todo esto no es tan importante como el satvaguna o cualidad que produce la sabiduría, que aprecio, promuevo e inspiro. Desde luego que yo les confiero estas dádivas de salud y prosperidad, pero sólo para que prosigan con su sadhana con mayor entusiasmo y menos interrupción. Coman alimentos sanos para que sus facultades físicas se fortalezcan a fin de que éstas, a su vez, acrecienten más completamente su inteligencia. El bhakthi (devoción) lleva a shakti (poder) y éste les dará yukthi (medios para lograr la meta), que les ayudará a que fijen su rakthi (apego) en los objetos apropiados; su bhakthi así promovido devendrá finalmente mukthi o salvación, liberación.
Debe darse cierta atención al cuerpo y su cuidado, así como procurar salvar los oprimentes obstáculos de la pobreza; pero siempre deben tener cautela para no dejarse enredar en tales lazos y olvidar la transitoriedad de todo esto. Vuelvan siempre sus pensamientos hacia el Atma, que es la sustancia del mundo objetivo entero, la realidad básica subyacente en toda esta apariencia.
El primer paso en el atmavichara o indagación en la naturaleza del Atma es la práctica de esta verdad: lo que les causa dolor a ustedes les ocasiona dolor a los demás y lo que les provoca alegría a ustedes les da alegría a los demás. Por eso compórtense con sus semejantes del mismo modo que quisieran que ellos lo hicieran con ustedes; desistan de cualquier acto en relación con los demás que si lo hicieran ellos les causaría dolor a ustedes. Así, se formará una especie de relación de reciprocidad y gradualmente llegarán al estado en que sus corazones se regocijarán con las alegrías de los demás y sufrirán de dolor cuando ellos estén tristes. Esto no es el tipo de afecto que se siente para los seres queridos o los parientes. Eso es una ilusión. Sino que ese compartir de las alegrías y los dolores es automático, inmediato, universal. Es una señal de gran adelanto espiritual. Entonces es cuando la ola sabe que es parte del océano y que todas las olas no son sino manifestaciones temporales de ese mismo mar con el mismo sabor del mismo océano. Los demás son parte de ustedes; no deben preocuparse por ellos; preocúpense de ustedes, es suficiente. Cuando estén bien, ellos también lo estarán, pues ya ustedes no tendrán conciencia de ellos como separados de ustedes. El criticar a los demás, buscar faltas, todo esto es producto del egoísmo. Busquen más bien sus propias faltas; las que ustedes encuentran en otros no son sino reflejos de los propios rasgos de su personalidad; no presten atención a las pequeñas preocupaciones; fijen su mente en el Señor. Entonces llegarán a la compañía de hombres buenos y sus aptitudes serán transmutadas.
Sean como la abeja, que bebe el néctar de cada flor; no como el mosquito que bebe sangre y disemina enfermedades a cambio. Primero consideren que todos son hijos del Señor, como sus propios hermanos y hermanas. Desarrollen la cualidad del amor, busquen siempre el bienestar de la humanidad. Amen y serán amados a cambio. El odio nunca los afectará si promueven el Amor y miran a todos con Amor. Esta es una de las lecciones que siempre enseño; es también mi secreto. Si quieren alcanzarme, cultiven el Amor; olviden todo odio, envidia, ira, cinismo y falsedad. No les pido que se hagan eruditos o reclusos o ascetas adeptos en el japa y dhyana. Que sus corazones estén llenos de prema es lo único que yo reconozco.
Crean que el amor es Dios, la verdad es Dios. El amor es la verdad, la verdad es amor, pues sólo cuando ustedes aman es cuando no tienen ningún temor, y éste es el origen de la falsedad. Si no tienen ninguna clase de temor, se adherirán a la verdad. El espejo del prema refleja el atma (Alma Universal) en ustedes y les revela que el atma es universal, inmanente a cada ser.
No vengo a hablarles de asuntos muy complejos. Sólo les daré remedios simples para los males de que están sufriendo. Hay aquí un gran número de estudiantes. Bueno, ¿para qué están estudiando? ¿Cuál es la meta? ¿Cómo habremos de juzgar si han estudiado bien? ¿Por el salario que podrán ganar o la posición que obtengan? No. De la educación debe resultar el desarrollo del discernimiento y de la disciplina (vinaya). El hombre educado debe poder distinguir lo momentáneo de lo trascendental, lo duradero de lo efímero. No debe correr en pos de lo brillante y fascinante, sino buscar lo conveniente y sólido.
Debe saber cómo mantener el cuerpo en buen estado, los sentidos bajo estricto control, la mente bajo rienda, el intelecto agudo y claro sin prejuicios ni odios, y los sentimientos sin egoísmo. Debe conocer el atma también, pues es su propia esencia; es la efulgencia que ilumina tanto su ser interno como el externo. Este conocimiento le asegurará alegría, paz y valor durante toda la vida. Igualmente los estudiantes deben cultivar vinaya, o el arte de no causar dolor a otros.
También debo decirles a los estudiantes que están obligados a agradecer a sus padres el que con grandes sacrificios les hayan dado todas las facilidades de que ahora disfrutan. En efecto, los padres deben ser adorados como representantes visibles de la divinidad, pues son responsables de su existencia misma y de toda su felicidad y andanzas en la esfera física y la espiritual. Por esta razón deben atenderlos, respetarlos y adorarlos.
Hubo una vez un muchacho que para mantener a su madre enferma y a sus dos hermanitas, mendigaba la comida en las calles. Una noche, cuando gritaba delante de la casa del rico, éste se enfureció al oír sus lastimeras voces. Ese día el muchacho había tenido mala suerte y sólo había recibido unos mendrugos y ya eran las nueve. Así que gritó de un modo tan patético que provocó la ira del dueño de la mansión, quien salió y de un puntapié lanzó al muchacho al arroyo; el joven estaba muy débil ya, pues no probaba bocado por darlo a su madre y hermanas, de modo que cuando cayó exhaló el último suspiro, gritando: «¡Madre!, aquí hay un poco de comida para ti». Su mano sostenía con firmeza la escudilla aun después de muerto.
Tal es la devoción que la madre evoca y merece por todo el dolor que ha sufrido y todo el sacrificio que ha hecho a fin de que el hijo sea saludable, feliz y bueno. Muestren esta gratitud, muchachos, a sus padres. Recuérdenlos y por lo menos ofrézcanles el tributo de una lágrima en el aniversario de su muerte. Háganlo con sinceridad (sraddha); por ello esta práctica se llama sraddha (1); no es que las ofrendas lleguen a ellos o que las estén esperando en algún otro mundo; es un tributo que deben dedicar en gratitud por la gran oportunidad que les han dado de permanecer en este mundo con todas las maravillosas oportunidades que brinda para la autorrealización.
Los padres a su vez deben alentar a los niños cuando muestran algún interés en su adelanto y en los estudios espirituales; también deben darles buenos ejemplos. Entre los muchachos que están delante de mí aquí, puede que haya más de un Vivekananda y muchos Thyagarajas. Hay que brindarles todas las facilidades para desarrollar las aptitudes divinas que hay en ellos. Los padres deben sentir que son sirvientes nombrados por el Señor para atender a las pequeñas almas que nacen en sus hogares, como el jardinero atiende a los árboles en el jardín del amo. Deben despertar la bondad latente en esos pequeños corazones contándoles historias acerca de los santos y sabios del pasado. Deben procurar que los niños no engendren temor y se vuelvan cobardes recelosos del camino recto.
Todos son el atma indestructible, créanme. Que nada los desaliente. En sus sueños sufren muchas penas: pérdida de dinero, incendios, inundaciones, insultos, etc., pero estos sucesos no los afectan. Cuando estas situaciones ocurren durante la vigilia, se inquietan; en realidad, no es el verdadero yo el que padece todo esto. Abandonen la ilusión de que ustedes son esa identidad física y entonces se harán realmente libres.
Y finalmente, algo acerca de mí mismo. Nadie puede comprender mi misterio. Lo mejor que pueden hacer es sumergirse en Él. De nada sirve que argumenten acerca de los pros y los contras; sumérjanse y conozcan la profundidad; coman y prueben el sabor. Entonces podrán discutir respecto a mí todo lo que quieran. Desarrollen sathya y prema y entonces ya no necesitarán rogarme para que les otorgue esto y aquello. Todo les será dado por añadidura, sin pedirlo. Nara y Narayana son los dos cables, el positivo y el negativo, que se combinan para hacer pasar la electricidad. Nara (el hombre) cooperará con Narayana (epíteto de Vishnú) y devendrá el vehículo del Poder Divino si ha adquirido las dos cualidades: sathya y prema.
Nellore, 25-07-1958.
(1) Nombre de una ceremonia en honor y para beneficio de los parientes muertos observada estrictamente en varios periodos fijos y en ocasiones tanto de regocijo como de duelo.