El hombre ha nacido en este mundo pero no toma conciencia del propósito de su nacimiento. Olvidando este propósito, se considera a sí mismo como el amo de la Naturaleza, y en su insana presunción olvida su propia divinidad. Es incapaz de reconocer que es la Naturaleza la que provee o quita, la que bendice o castiga, y que el dominio de la Naturaleza es extenso. La Naturaleza preside todos los aspectos de la vida. Estando profundamente inmerso en las preocupaciones mundanas, el hombre tiende a olvidar su divinidad y lo que le debe a la Naturaleza. Todas las cosas de la creación son iguales a los ojos de Dios. Dios es inmanente a todas ellas. Por lo tanto, Dios y la Naturaleza no deben considerarse entidades diferentes. Están inseparablemente interrelacionados como el objeto y su imagen. El hombre, sin embargo, al mirar a la Naturaleza exteriormente, la considera puramente física y destinada a proporcionarle las comodidades que busca. La Naturaleza es la mejor maestra para el hombre. Cada objeto, cada individuo, todo el tiempo ofrece al hombre lecciones de diversos tipos. Esta verdad fue reconocida por los Bharathiyas desde los tiempos más remotos. Es la característica primordial de la sagrada cultura Bharathiya. Bhagavan Sri Sathya Sai Baba. (Divino Discurso del 3 de septiembre de 1988)