Uno puede referirse a sí mismo como un gran devoto o un científico, pero sin un espíritu de sacrificio no hay grandeza alguna. El servicio (seva) es la sal que le da sabor a la vida. El espíritu de sacrificio imparte fragancia a la vida. Uno puede vivir 60, 70 u 80 años, pero esto no tiene sentido a menos que uno haya dedicado su vida a ennoblecer su carácter y a prestar servicio dedicado a los demás. A lo que deben aspirar no es a edificios, posiciones o fábricas. Un buen carácter es la mayor riqueza que pueden adquirir. Más vitales que los cinco pranas son: Sathya, Dharma, Shanthi, Prema y Ahimsa. Estos son el aliento vital para todos. De estos, el mayor es Prema (Amor). Llénense de amor. El amor debe expresarse como servicio a la sociedad. Consideren que existimos para la sociedad y que la sociedad existe para el bien de todos. Santifiquen su vida haciendo servicio y difundiendo alegría y comodidad por doquier. Discurso Divino del 11 de diciembre de 1985.