La gente tiene cada vez más codicia por conocer la vida de los demás. Quieren escapar de sí mismos mediante su interés en los demás. No quieren preocuparse por los detalles de su propia vida o sus propios problemas, ni reflexionar para reformarse y rehabilitarse. ¿En qué los beneficia toda la carga de información que ustedes buscan transportar en la cabeza, el conocimiento de las diversas regiones del mundo, si no tienen conocimiento de la región de su propio ser, que es en verdad el centro de todo el interés que demuestran? No sirve de nada vagar por todo el mundo, contactando gentes de muchas razas y abstraerse en el ganar y gastar, sin poder conocer su propia identidad. Internalicen y comprendan el hecho de que el árbol del cuerpo humano solo fructifica cuando produce amor (prema). ¡Este dulce obsequio es la razón por la cual crece, y por la cual siempre tiene que ser atendido! (Divino Discurso, 12 de agosto de 1963)