Ustedes obtienen el cuerpo humano a través del karma del pasado; obtienen el «tipo de carácter» de acuerdo a las tendencias (vasanas) cultivadas en el pasado. No se engañen pensando que son el cuerpo, ni se dejen fascinar quedando apegados al mismo. Sin embargo, es su tarea cuidarlo de todo daño y mantenerlo en buen estado. ¿No es acaso con el cuerpo que absorben la dicha de la bienaventuranza del Señor, la majestad del Señor? Por lo tanto, no menosprecien el cuerpo ni lo traten con desdén. Este equipo es para su viaje hacia el Señor; es la carroza del Señor. No la descuiden ni permitan que se deteriore. No se lamenten diciendo: «Oh, es mi destino, mi propio pasado que me castiga, debo sufrir, no puedo escapar de esto». Así suele desanimarse la gente. Si el karma fuera tan inevitable, ¿de qué servirían la oración, la rememoración del nombre del Señor, la meditación y los ritos de adoración? Tengan fe, persistan, y gánense la gracia del Señor; ¡toda la carga acumulada será convertida en cenizas, en un momento! (Divino Discurso, 25 de octubre de 1961)