El impulso interno de un individuo para amar a su madre es una expresión de la Naturaleza Divina en ese sujeto. Si no hubiese chispa de divinidad en dicha persona, no la habría amado nada. La persona que ama a otro individuo es un teísta, sea que vaya a una iglesia o templo, o no. Ustedes proceden de lo conocido a lo desconocido. Luego ese amor se expande eternamente en círculos más amplios, ¡hasta cubrir toda la naturaleza! En estado puro, incluso el arrancar una hoja de un árbol los puede afectar, ¡de tal modo que lo pensarán dos veces! La vitalidad verde de los árboles es un signo de la Voluntad Divina, la cual envía sus raíces dentro de la tierra. Las raíces mantienen el árbol seguro de las tormentas, sosteniéndolo fuertemente contra el violento tironeo del viento. Así también, si las raíces del amor en un individuo se profundizan en la primavera de lo Divino en ellos, ninguna tormenta de sufrimiento puede sacudirlos. ( Discurso del 24 de mayo de 1967).