Dios está en el corazón de ustedes. Vayan donde vayan, hagan lo que hagan, Dios lo sabe, aunque piensen que nadie lo ha notado. Muchos comienzan a preocuparse por cosas temporarias, insignificantes, que son nubes pasajeras, y a veces vacilan en su fe y devoción. Esto no es correcto. Nunca abandonen la devoción. Cuando pasen el tiempo pensando en Dios y cantando su nombre, nunca se verán frustrados. Sigan el adagio «Sathyam vada, dharmam chara» (digan la verdad, practiquen la rectitud). Con toda seguridad saldrán siempre victoriosos. Su buen trabajo les acarreará sin falta la gracia de Dios. El pecado o el mérito solo provienen de sus propias acciones, no de fuera. La verdad es común a todos los países y a todos los tiempos. Si siguen a la verdad, que es Dios, harán invariablemente solo el trabajo sagrado o virtuoso. El amor divino fluye hacia cualquier persona que lleva a cabo acciones virtuosas. Recuerden: las acciones virtuosas (Dharma) deben ir siempre de la mano con el amor desinteresado (Prema). Separados, carecen de sentido. (Discurso, 18 de abril de 1998)