El hombre se enorgullece de saberlo todo, pero cuando se le pregunta acerca de sí mismo, agacha la cabeza con vergüenza. El hombre conoce las noticias de todas las tierras, pero es ignorante de la inconveniencia que es para sí y para los demás. Se desplaza en la oscuridad, pero ansiando Ananda (la bienaventuranza). No conoce los medios de procurarse Ananda a través de la plegaria, el servicio desinteresado, el estudio de textos espirituales ni la meditación en silencio. No tiene fe en que él mismo es Ananda, y que Ananda es su propia naturaleza. Es arrastrado por la calamidad, porque no tiene la fuerza de resistir ese impacto. La fe en el Dios interior es el más resistente escudo contra los golpes del destino. Los nidos laboriosamente construidos por las aves son destrozados por las tormentas; los fragantes pétalos de las flores son derribados por la lluvia. ¡La derrota y la victoria son el anverso y el reverso de la misma moneda! Cuando dan la bienvenida a una, necesariamente tienen que dársela también a la otra. La paciencia, la compasión y la virtud incorruptible son los tres pilares de una vida feliz. (Discurso, Abril de 1973)