Kanaka había nacido en una casta inferior. Era un ardiente devoto, anhelando con insoportable angustia ver a Krishna. Fue a Udupi, donde hay un famoso templo de Krishna, establecido por el gran sabio Madhwaachaarya en persona. Por haber tenido un bajo nacimiento, Kanaka no podía entrar en el templo para ver el encantador ídolo de Krishna. Se ubicó frente a la puerta exterior, pero el ídolo quedaba oculto por la bandera en el frente del santuario. Dio la vuelta al muro exterior, buscando algún resquicio entre las piedras, a través del cual obtener un mínimo atisbo. Vio que una de las piedras estaba floja: con los dedos extrajo la argamasa, haciendo una estrecha ranura, y cuando miró ansiosamente a través de ella, vio solo la espalda del ídolo. ¡Sin embargo, se sintió embargado de placer! Bailaba en éxtasis, cantando la gloria de Krishna. En ese mismo momento, el ídolo se dio vuelta hacia él, y Krishna le otorgó la visión completa de su encanto y majestad. El anhelo fue recompensado con la gracia. El anhelo conduce a la entrega, y la entrega proporciona la felicidad suprema. Dejen todo a Su Voluntad y acepten todo lo que suceda, ya sea agradable o doloroso. Sathya Sai (Discurso, 29 de julio de 1969)