Cada acción en la vida diaria debe ser convertida en un acto de devoción a Dios. En Kashi (Benarés) las autoridades municipales designaron a varias personas para que encendieran las luces de las calles. Un sadhaka (aspirante espiritual) era uno de esos empleados. Tenía que llenar de aceite la lámpara y colocar una pantalla de vidrio para proteger la llama. Acostumbraba cantar la gloria de Rama mientras iba a cada lámpara, limpiando la pantalla y encendiendo la lámpara mientras cantaba. Las autoridades municipales notaron que las lámparas de las calles en que el sadhaka las encendía brillaban más que las de otros sitios. Descubrieron que un gran devoto estaba encendiendo las lámparas con devoción a Dios, y esto explicaba su excepcional brillo. La moraleja de esta historia es que cuando hacen cualquier acción con un espíritu de dedicación, como una ofrenda a Dios, pueden experimentar alegría y hallar satisfacción. Sathya Sai (Discurso, 13 de julio de 1984)