No existe nada más grande que el amor puro. Todos ustedes han sido atraídos hacia Mí por este amor. Dar amor y recibirlo es Mi negocio. Ningún cobrador de impuestos conoce la dimensión los «ingresos» derivados de este «negocio». No hay límite para mi Aanandha o Bienaventuranza Divina. Yo siempre estoy inmerso en la bienaventuranza. Esto es porque Mi bienaventuranza está relacionada con el amor, no con objetos materiales. Si siguen este camino, también ustedes obtendrán esta indescriptible bienaventuranza. Tendrán la experiencia de toda clase de paz. Consideren con ecuanimidad la buena y la mala fortuna, la felicidad y la tristeza, la pérdida y la ganancia. Son productos de la naturaleza, como el calor y el frío, el verano y el invierno; tienen sus propósitos que cumplir. Del mismo modo, los altibajos de la vida tienen lecciones que enseñarnos. De hecho, sin los reveses de la vida, no experimentaremos a la Divinidad. Sin la oscuridad, no podemos valorar la luz. Sin atravesar las dificultades, no disfrutamos de los beneficios. Es la falta de paz mental la que nos impulsa a buscar los medios de experimentar la paz permanente. Los Upanishadhs declaran que la inmortalidad solo se alcanza mediante la renunciación. El hombre debe aprender a practicar la renunciación para poder descubrir el secreto de la paz y la bienaventuranza perdurables. Sathya Sai. (Discurso, 6 de abril de 1983).