El hombre sufre porque ha desarrollado un hambre tan vasta como el cielo, con una garganta tan estrecha como una aguja. Su garganta debe volverse tan vasta como la tierra; su corazón debe florecer y ensancharse por medio de shanti y sahana; es decir, a través de la ecuanimidad y la fortaleza. Entonces podrá cumplirse el deseo del hombre de lograr una bienaventuranza (ananda) plena, duradera y sin dilución. Una vez que un ser ha evolucionado hasta convertirse en hombre, no hay recaída para él a formas inferiores de vida, porque sólo el hombre es capaz de discernimiento y sabiduría (viveka y vichakshana). Cuando sufre, se pregunta por qué el sufrimiento se ha convertido en su destino; llega a la conclusión de que la causa debe buscarse, no en los caprichos de Dios o en los caprichos de los demás, sino en sí mismo; si no es en la vida presente, entonces en las vidas anteriores. El hombre es el único que puede analizar sus reacciones mentales y sus sentimientos y sacar conclusiones de ello. – Sathya Sai. (Discurso, 25 de octubre de 1966).