¡No ansíen el fruto en el momento en que el retoño es plantado! No arranquen y mastiquen las hojas y ramitas esperando inferir de ello el sabor del fruto. Hacer eso no los ayudará a disfrutar de la dulzura del fruto; además, la planta misma no sobrevivirá. Del mismo modo, la tarea de ustedes es simplemente cultivar el retoño llamado el «nombre de Dios». Al hacerlo, no duden y examinen si tiene la gloria que se le atribuye. Indefectiblemente, ese retoño crecerá hasta convertirse en un árbol y les dará el fruto que esperan comer. Pueden lograrlo. El Nombre tiene la capacidad de dar ese fruto. Por lo tanto, el propósito de la atención focalizada en un punto (ekagrata) es hacer que se aferren al Nombre, sin alterarlo, y que mantengan su forma siempre a la vista. La red de la «recordación del Nombre del Señor (namasmarana)» no debe tener agujeros; es decir, debe mantenerse siempre, sin interrupción. ¡Si hay algún hueco, el fruto que cae en la red podría escapar a través de él! Practiquen la meditación hasta que su mente esté firmemente bajo su control. Esa es la tarea principal. – Sathya Sai. Dhyana Vahini, capítulo 8.