Para ser felices, una de dos cosas debe suceder: o todos sus deseos deben ser colmados o no deben tener ningún deseo. De estas dos opciones, la reducción del deseo es el camino más fácil. Tomen los problemas que se les presentan como pruebas y oportunidades para aprender el desapego. El caluroso verano los conduce a instalar aire acondicionado; la aflicción los conduce a Dios. Cuando un niño muere, háganse la siguiente pregunta: «¿Es por mi bien que el niño nació?» No, el niño tenía su propio destino que cumplir, su propia historia que resolver. El padre de Gautama Buddha se sintió tan abrumado de dolor cuando vio a su hijo en la calle con un cuenco de mendigo, que le dijo: «Todos mis ancestros fueron reyes; ¿qué desgracia es ésta de que haya nacido un mendigo en este linaje?” Buddha respondió: «Cada uno de mis ancestros tenía un cuenco de mendigo; no conozco a ningún rey en mi linaje». El padre y el hijo recorrieron caminos diferentes, viajaron por rutas divergentes. (Discurso del 26 de noviembre de 1962)