El Gita no alienta la inercia, la indiferencia ni la pereza. Recomienda la acción (Karma) como Yoga (comunión divina), como una actividad en sintonía con la Voluntad Divina, dirigida a la promoción de la propia consumación espiritual. El Karma (la acción) debe ser un acto de realización, de adoración y de cumplimiento del propio deber para con uno mismo y con los demás . El Gita establece los pasos y el camino hacia la realización de esta meta. Acepta todas las actitudes como valiosas y sublima cada una en un esfuerzo espiritual (sadhana). Es un árbol que cumple los deseos (Kalpa-Vriksha) y otorga dones a los aspirantes en todos los niveles de compromiso. Es un océano de sabiduría espiritual del cual cada uno puede llevarse tanto como pueda contener el recipiente que acarrea. El buscador racional, el aspirante orientado a la acción y el aspirante devocional, todos obtienen igual atención y cuidado del Señor. De hecho, el Gita infunde a cada acto de la vida la sublimidad del Vedanta, la inmanencia y trascendencia del Principio Divino. Bhagavan Sri Sathya Sai Baba. (Discurso Divino del 10 de septiembre de 1984)