Si Gandhi, que era una persona común, fue capaz de alcanzar grandeza y renombre mundial, fue gracias a las lecciones de buena conducta que aprendió de su madre. Su madre solía observar un voto: ingería su alimento solo después de que cantara el cuclillo por la mañana. En una ocasión, cuando Gandhi era niño, su madre estuvo esperando escuchar el canto del cuclillo por largo tiempo. Al darse cuenta de esto, Gandhi salió de la casa, imitó el canto del ave, regresó y le dijo a su madre que el cuclillo había cantado y que ella ya podía comer. La madre, dándose cuenta del engaño de su hijo, le dio una palmada en la mejilla y le dijo: “Niño malo; ¿qué pecado habré cometido para tener un hijo como tú?”. Ella se sintió muy triste de que le hubiera nacido un hijo así. Su dolor conmovió el corazón de Gandhi. A partir de ese momento, Gandhi tomó la firme resolución de no volver a mentir. Los padres fueron los principales responsables de semejante vida de pureza y virtud. – Sathya Sai. Discurso 6 de Mayo de 1992.