Para purificar el corazón, deben practicar shama, dhama (autocontrol de la mente y de los sentidos) y otros sadhanas que pueden controlar los sentidos de la percepción y de la acción. Estos pueden parecer difíciles en las primeras etapas, pero cualquier trabajo que valga la pena hacer tiene ese inconveniente. Consideremos, por ejemplo, andar en bicicleta. Tendrán que experimentar muchas caídas y rasguños y perder muchos centímetros cuadrados de piel, antes de aprender a mantener el equilibrio y pedalear en línea recta. Pero una vez que hayan dominado el arte, podrán conducir con seguridad sin agarrarse del manubrio. Es lo mismo para una persona que está aprendiendo a conducir un automóvil. Al principio, cuando mantiene el pie en el embrague o lo levanta de él, no puede sostener el volante; cuando sujeta el volante y controla ambos, se olvida del freno. Cuando se ocupa de los tres, no está atento a los peatones que cruzan corriendo. Pero cuando domina el arte, es consciente de forma bastante espontánea de los altibajos, de las paradas, los semáforos y las carreteras, y puede conducir de forma rápida y segura conversando con las personas sentadas a su izquierda y en el asiento trasero, e incluso cantando una canción para ganar su aclamación. – Sathya Sai. Discurso, 13 de abril de 1981.