El contento, la humildad y el desapego los mantienen en el camino de la Verdad. Un vendedor ambulante llevaba sobre la cabeza una canasta llena de botellas vacías mientras caminaba hacia el mercado. Esperaba vender el lote con una ganancia de diez rupias y calculaba que, en diez días, sus ganancias se habrían acumulado llegando a cien rupias. Con eso como capital, él planeaba hacer un cambio hacia negocios más rentables, de modo que imaginó que podría ganar una pila de cien mil rupias en unos pocos meses y construir una casa con un hermoso jardín atendido por un regimiento de radiantes sirvientes en toda la casa. Allí, se vio a sí mismo en un sofá rodeado de vegetación jugando con sus nietos. Estaba absorto en esa encantadora escena cuando de repente, vio entre sus nietos a los hijos de uno de los sirvientes, por lo que se enojó con esta intrusión no deseada. Creyendo que su fantasía era realidad, agarró intempestivamente al niño y le dio un rápido y fuerte empujón, ¡solo para descubrir que la canasta de botellas se había caído al suelo y todas las esperanzas de incluso las diez rupias se habían perdido! Ese fue el fin de un sueño construido sobre la débil base de la codicia. – Sathya Sai. Discurso, 24 de octubre de 1965.