No abandonen sus deberes mundanos, pero llévenlos a cabo con el nombre de Dios en los labios, invitando a la gracia de Dios sobre sus cabezas. No se inmiscuyan en los asuntos de sus vecinos u otros, al punto de quedar tan enredados que no se puedan librar. Pasen el tiempo en la contemplación de las bellezas de la naturaleza, que se expanden ante ustedes en la tierra y en el cielo. Los verdes sembradíos que han plantado, las brisas frescas que nos traen contento y alegría, el paisaje de las nubes coloridas, la música de los pájaros, y demás. Canten las glorias de Dios mientras caminan por las veredas de los campos y las orillas de los canales. No hablen con odio en medio de toda esa evidencia de amor. No se enojen en estos entornos placenteros. No perturben el cielo con sus gritos y maldiciones, y no contaminen el aire con alardes vengativos. Sathya Sai. (Discurso del 2 de septiembre de 1958).
