Mensaje de la pizarra de Prashanti Nilayam del día 26 de diciembre de 2020

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Jesús vino para enseñar a la humanidad la grandeza del amor divino. Él tomó la decisión de cumplir tres tareas: una, ser llenado del amor divino, y compartirlo con los demás; este fue el principal propósito de su vida. Dos: no sucumbiría a la alabanza ni a la censura en el cumplimiento de su misión. Tres: inspirar en los demás la convicción de que la Divinidad interior es omnipresente. Jesús consideraba que difundir el evangelio del amor era su tarea principal. Encontró muchos obstáculos para llevar adelante su misión, pero a todos los consideraba desafíos a superar. Estaba decidido a tratar con ecuanimidad tanto al placer como al dolor, la enfermedad y el fracaso. No podía soportar el ver a alguien sufriendo. Todo ser humano es potencialmente un mensajero de Dios. La humanidad demanda que cada uno manifieste la Divinidad en su interior. Todos deben ser verdaderos mensajeros de Dios, y esforzarse por promover la paz y la seguridad del mundo. No hay otro camino a seguir. El mensaje de Dios es sagrado y totalmente libre de interés personal. (Discurso, 25 de diciembre de 1995)