Cuando alguien los insulta, difama o ignora, acéptenlo con una sonrisa. «Esta es la manera del mundo; ¡él es desagradecido y maleducado! Me está haciendo bien, mi fortaleza está a prueba, no debería ceder ante la ira o el resentimiento”, díganse tales cosas vigorizantes y quédense callados, con una sonrisa de triunfo en los labios. Había un mendicante que fue maltratado por un grupo de jóvenes maliciosos. Él les dijo: “¡Continúen! ¡Disfruten! Veo que están muy felices por esta oportunidad. Esto es exactamente lo que deseo para ustedes». Cuando no aceptan el insulto que alguien les lanza, el insulto vuelve a la persona que lo emitió. ¡Una carta certificada que no es aceptada, regresa al remitente! No dañen su paz mental recibiendo la carta y leyendo el contenido. Niéguense a recibirla. También tienen la posibilidad de corregir a los malhechores; pero cuando la aceptan, se unen a ellos. Por lo tanto, ¡estén advertidos! (Discurso de abril de 1973)
