No es suficiente con que se limiten a cantar el nombre del Señor. A Dios ofréndenle su amor. De hecho, es propiedad de Dios. Entreguen a Dios lo que le pertenece. ¿De qué sirve una larga vida sin esta ofrenda? No tienen derecho a ofrecer su amor a nadie más que a Dios. Cuando ofrezcan todo su amor a Dios, Él se ocupará de todas sus necesidades. No hay nada en este mundo que Él no pueda hacer. En la ciudad o la aldea, en la selva o en el cielo, en lo alto de la montaña o en lo profundo del mar, Dios está en todas partes. Permea el espacio y el tiempo. Todos los seres son formas de Él. Comprendan esta verdad, pónganla en práctica, y disfruten de la bienaventuranza. Esta es la verdadera devoción. ¡Encarnaciones del amor! En estos días, dondequiera que vayamos hay agitación, ego y conflictos. Ustedes deben desarrollar amor y compartirlo con todos sus familiares, amigos, y hasta enemigos. Entonces, ¡todo será envuelto por el amor! (Discurso, 3 de septiembre de 1999)