Ustedes no tienen derecho a llamarse mensajeros de Dios si sus acciones son malas, sus pensamientos son malvados y predican ideas erróneas. Tales personas solo pueden llamarse agentes del diablo. De hoy en adelante, como «mensajeros de Dios», ustedes deben exhibir ante el mundo la pureza, la verdad y el amor que la Divinidad simboliza. Si llevan una vida de pureza y moralidad, tienen derecho a considerarse «hijos de Dios». Dios es la encarnación del amor, y ustedes no deben hacer nada contrario al amor que Dios representa. Deben desarrollar buenas cualidades, que pueden hacerlos dignos «hijos de Dios». En la Biblia está registrado que Jesús lavó los pies de sus discípulos. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, Jesús respondió: «Estoy lavando sus pies como su sirviente, para que ustedes aprendan a servir al mundo». Todo hombre es, en principio, un mensajero de Dios. Cuando cumple con su deber de mensajero, se da cuenta de que es un hijo de Dios, y entonces alcanza la unidad con la Divinidad. Sathya Sai (Discurso, 25 de diciembre de 1984)