Todos deben respetar a los demás como a sus propios parientes, considerando que tienen la misma Chispa Divina y la misma Naturaleza Divina. Entonces, habrá una producción eficaz, un consumo económico y una distribución equitativa, dando como resultado la paz y la promoción del amor. Hoy en día, el amor basado en la Divinidad innata está ausente y, por lo tanto, hay explotación, engaño, codicia y crueldad. Si el hombre toma conciencia de que todas las personas son «células» en el cuerpo Divino, entonces ya no habrá más “devaluación” del hombre. ¡El hombre es un diamante pero actualmente es tratado por los demás y por si mismo, como si fuera un pedazo de vidrio! El hombre puede realizar su misión en la Tierra solo cuando se reconoce a sí mismo como Divino y cuando reverencia a los demás como Divinos. El hombre tiene que adorar a Dios en la forma del hombre. Dios aparece ante él como un mendigo ciego, un idiota, un leproso, un niño, un anciano decrépito, un criminal o un demente. Deben ver a Sai, la encarnación Divina del amor, del poder y de la sabiduría, más allá de esos velos y adorarlo a través del servicio desinteresado. (Discurso del 1 de abril de 1975)