Hay tres maneras mediante las cuales los aspirantes procuran entrar en el camino de la meditación. En el camino puro y sereno, uno considera como un deber la repetición del Nombre y la meditación, y por ello está dispuesto a soportar cualquier cantidad de dificultades; uno está totalmente convencido de que todo esto no es más que una ilusión, y por lo tanto hace solo el bien, bajo cualquier condición y en todo momento. Uno desea solo el bien de todos, y ama siempre a todos; uno pasa continuamente el tiempo en el recuerdo y la meditación del Señor. No siente deseo alguno por el fruto de la repetición del nombre ni de la meditación; lo deja todo al Señor. En el camino apasionado e inquieto (rajásico) uno anhela a cada paso el fruto de las acciones propias. Si no obtiene el fruto, la inercia y el disgusto dominan gradualmente al aspirante espiritual, y la repetición del Nombre y la meditación se van secando lentamente. El camino ignorante (tamásico) es peor aún: el Señor es recordado solo en momentos de peligro o sufrimiento agudo, o cuando uno es víctima de la pérdida o el dolor. Sathya Sai (Dhyana Vahini, Capítulo 2)