La festividad de Navaratri es observada contemplando a Dios durante diez días, limpiando el propio ser de toda impureza para experimentar la Divinidad interna. El penúltimo día de la festividad es dedicado a lo que se denomina “Ayuda Puja” (adoración de las armas). Las armas a ser adoraradas son los poderes divinos internos. Cuando la Divinidad es adorada de este modo, uno está destinado a progresar espiritualmente. Por el contrario, la práctica usual hoy en día, es considerar a la Divinidad y al devoto como separados el uno del otro. Esto es un error. Dios es omnipresente, está en cada uno y en cada objeto. Tomando conciencia de esta unidad, todas las acciones deben realizarse como actos de dedicación a Dios. ¡Imaginen cuánta bienaventuranza puede experimentarse en tal estado mental! Es esencial celebrar la festividad con este espíritu sagrado. No basta con hacer esto solo por diez días durante la festividad de Navaratri. Debe volverse la norma durante toda la vida de uno, desde el primer aliento hasta el último. (Discurso del 14 de octubre de 1994)