El hombre no es sino el reflejo de Dios. La humanidad es muy cercana a la Divinidad, pero el hombre pocas veces reconoce esta proximidad. Permite que su mente lo degrade al nivel animal, desde donde se esforzó para elevarse, a lo largo de muchos nacimientos. Un diamante puede parecerse a un trozo de vidrio, pero solo quienes no conocen su valor lo usan de pisapapeles y lo tienen sobre la mesa en la oficina. Los hombres sabios lo guardan dentro de una caja fuerte, con llave y candado. El hombre es un diamante, no un trozo de vidrio. Debe brillar con esplendor, luego de atravesar el proceso de «cortado» o samskara (refinamiento). El samskara transforma al hombre en Dios, (manava en Madhava). En la muñeca llevamos un reloj que cuesta entre 500 y 600 rupias, incluso hasta 1.000. El acero del cual está hecho puede haber costado cuatro annas, pero el samskara que sufrió en términos de habilidad humana e inteligencia, elevó su valor y utilidad. El hombre también puede transformarse en un instrumento invaluable para tomar consciencia de Dios, utilizando apropiadamente su mente e inteligencia. Sathya Sai. (Discurso del 6 de noviembre de 1967).