Lo bueno y lo malo, todo es la Voluntad de Dios. No debemos diferenciar entre bueno y malo. Las personas creen que los sucesos buenos son la voluntad de Dios y los desafortunados no lo son. En este mundo nadie come solo comida dulce o solo comida amarga. Todos comen comida tanto dulce como amarga. En otras palabras, cada quien experimenta tanto lo bueno como lo malo. Si indagamos, ¡las experiencias amargas son necesarias! Sólo entonces podemos apreciar el valor de la paz, el contento y la felicidad. Las dificultades y la alegría van juntas. Nadie puede separarlas. La felicidad no existe sola en ninguna parte; surge cuando se trascienden las dificultades. Un bebé se convierte gradualmente en abuelo, pero ambos no son diferentes. De la misma manera, lo bueno en nosotros puede volverse malo y lo malo volverse bueno. Debemos experimentar la unidad de ambos. Aquello que nos hace entender esta unidad es nuestra divinidad. Cuando nos distanciamos de la Divinidad, nos degradamos hacia estados demoníacos y animales. – Sathya Sai (“Lluvias de verano” 1995 – Capítulo 8)