Las personas deben establecer la adecuada relación con Dios. Esto significa que los ejercicios espirituales, como recitar los nombres del Señor o la meditación en Dios, no deben ser verbales ni mecánicos, sino que deben provenir del corazón. Ravana era un adorador de Shiva; pero todo era formal. Su corazón no estaba allí. Por eso siguió siendo un Rakshasa, un demonio. Aquellos que hoy hacen la recitación de los nombres del Señor sin poner en ello el corazón, puede decirse que pertenecen a la raza de Ravana. Las personas deben rezar a Dios con amor a Dios, no por favores insignificantes ni beneficios materiales. Las personas deben buscar a la Divinidad interiormente, no en los objetos externos. Los devotos deben esforzarse en pos de la transformación en su corazón y su mente, para que estos abandonen totalmente su apego a los objetos mundanos, y se sumerjan en Dios. Dios valora sus sentimientos, no lo que hacen físicamente. Hagan del nombre del Señor el aguijón para controlar la mente, que tiende a comportarse como un elefante en celo. Sathya Sai (Discurso, 23 de septiembre de 1997)