Un monarca competente tiene a sus ministros bajo control; los dirige según lineamientos correctos y mantiene la paz y la seguridad en el reino. Por el contrario, un monarca que se permita ser controlado por sus ministros no merece el trono; es despreciado y deshonrado. Su reino no tiene paz ni seguridad. En el hombre, la mente es el monarca y los sentidos los ministros. Si la mente es esclava de sus ministros, ustedes no tendrán paz. Todo aspirante espiritual que desee lograr la expresión y la expansión de la Divinidad en sí mismo debe, por lo tanto, lograr el dominio sobre los sentidos. Ese es el primer paso. El siguiente es la conquista de la mente, su eliminación. El tercero es desarraigar los vasanas (tendencias innatas), y el cuarto, alcanzar jnana (la sabiduría espiritual). Las ramas son los sentidos; el tronco es la mente, y las raíces son las tendencias innatas. Los tres deben ser derrotados y destruidos, para que pueda ganarse la consciencia de la Divina Realidad. (Discurso, 6 de mayo de 1983)