En la antigua India, maestros y estudiantes rezaban juntos: «Que ambos seamos guiados y protegidos. Que progresemos juntos, y que juntos alcancemos el esplendor espiritual a través de nuestros estudios. Que ningún rastro de disgusto o perturbación contamine nuestra relación”. Un maestro amoroso que dedica su vida a su profesión, se convierte en el modelo a seguir para sus alumnos que lo admiran. Un maestro puede forjar o estropear el futuro del alumno porque él es el héroe que los alumnos desean emular e imitar en su vestimenta, hábitos, estilo de vida y de pensamiento. Cuando los maestros se dividen en facciones, se calumnian mutuamente o se regodean en el juego de la política, los estudiantes se infectan fácilmente con las mismas tendencias nocivas. La disciplina se arraiga en el ambiente educativo solo cuando los maestros dan el ejemplo. «Así como son los líderes, así son los liderados”. Cuando los maestros forman grupos con el objetivo de ganar poder e influencia, ¡los estudiantes también hacen lo mismo! Por lo tanto, los maestros deben mantener en alto, tanto por medio del precepto como de la práctica, los ideales de erudición, compañerismo, amor mutuo y progreso espiritual. Sathya Sai Baba. (Discurso del 22 de mayo de 1982)