Los Kauravas son útiles ejemplos de la calamidad que espera a quienes persiguen los ideales de artha y kama (la riqueza y el deseo) sin la influencia reguladora de dharma y moksha (la rectitud y la liberación). Los Kauravas estaban ebrios de poder, fueron superados por la codicia y el orgullo, y tenían un deseo insaciable. Por eso sufrieron indecibles penurias y fueron destruidos. En el Ramayana, Ravana cayó porque se esforzó en acumular artha y se dejó llevar por la lujuria (kama). Sus «diez cabezas» indican el dominio de los cuatro Vedas y los seis Shastras; pero ¿de qué le sirvió aprender todo eso? Anjaneya informó que lanka resonaba con la recitación de los Vedas, y que el aire estaba saturado con el humo de los sacrificios. Pero los rakshasas (demonios) eran malvados, a pesar de toda esa adoración ritual. Los ritos deben resultar en la rectitud; de lo contrario, no son más que un embrollo. Ravana buscó obtener a Prakriti, no a Purusha (la manifestación, no el Manifestador); a Sita en lugar de Rama. Por eso su vida resultó vana. Sathya Sai (Discurso, 15 de agosto de 1964)