Dios, que es la encarnación del amor, puede ser alcanzado solo a través del amor, así como el refulgente sol puede ser visto solo mediante su propia luz. En este mundo no hay nada más precioso que el amor divino. Dios está más allá de todo atributo. Por lo tanto, su amor también está más allá de los atributos: es gunatita. Sin embargo, el amor humano, al ser gobernado por los gunas (los atributos), resulta en apegos y aversiones. El amor no debe basarse en la expectativa de una recompensa o devolución. Basar el amor en tales expectativas lo convierte en un trato de negocios. El amor no es un artículo de comercio. No es como dar un préstamo y recibirlo de vuelta. Es un ofrecimiento espontáneo. El puro amor de este tipo solo puede emanar de un corazón puro. Prema debe ser como la brújula de un marino. Dondequiera que se ubique la brújula, su aguja señala el norte. De la misma manera, el amor del hombre, en toda circunstancia, debe dirigirse a Dios. Solo esto es el verdadero amor. Debe ser inafectado por el placer y el dolor. No hace diferencias entre «mío» y «tuyo». El amor tiene que ser adquirido solo a través del amor, no por ningún otro medio. Sathya Sai (Discurso, 14 de enero de 1995)