La gente debe tener mucho cuidado de que sus sentidos no se desvíen y cometan delitos. Pensar el mal, hablar el mal y ver el mal, lleva invariablemente a la ruina total. Por ejemplo, en el Mahabharata, Duryodhana tuvo pensamientos malvados sobre los Pandavas, y finalmente trajo la destrucción a toda su familia. El Ramayana contiene la historia de Kaikeyi, que escuchó el malvado consejo de Manthara y así perdió no sólo a su marido, sino también la consideración y el amor de su hijo Bharata. A nadie le gusta hoy en día ser conocido por estos infames nombres, Duryodhana, Keechaka o Ravana. Pero, aunque los nombres no son favorecidos, las malas cualidades asociadas a ellos no han sido abandonadas por la humanidad. Esfuércense por abandonar las malas apariencias, el discurso vicioso y la ansiedad por prestar atención a los malos consejos y a los chismes calumniosos. (Discurso, 22 de mayo de 1986)