Que la compasión y el sacrificio sean sus ojos; que la ausencia de ego sea su respiración, y el amor su lengua. Que la paz resuene en sus oídos. Estos son los cinco elementos vitales de los cuales ustedes tienen que vivir. Dios no les preguntará cuándo y dónde hicieron servicio. Preguntará: «¿Con qué motivación lo hicieron? ¿Cuál fue la intención que los movilizó?». Pueden sopesar el seva y vanagloriarse de su cantidad. Pero Dios busca calidad; calidad del corazón, pureza de la mente y santidad en los motivos. Ustedes han hecho seva en muchos ámbitos y direcciones, durante muchos años. No son novicios; conocen el estilo de vida del seva. Pero dado que son humanos, la mente resulta infestada con velamientos y nieblas, malas hierbas y gusanos. Dudas y temores acosan su trabajo, ¡estén atentos a sus embates! Esfuércense cada día, y sean fieles al ideal que se han impuesto, de mejorar sus actividades de seva según lineamientos puros, desinteresados y sagrados. (Discurso, 19 de noviembre de 1981)
