El cuerpo físico, para cuyo beneficio ansías todas esas comodidades y lujos, está sujeto a daños y decadencia. Algún día será alimento de perros y chacales. El Señor, por otra parte, da la alegría y la emoción del amor sagrado. Entrégale tu corazón; Él no desea de ti ninguna otra cosa. Él no puede ser ganado por ningún otro medio; ni por una ilimitada erudición, ni por votos pomposos, ni por coloridos rituales. De lo que dura una vida humana, la mitad se desperdicia durmiendo, y la otra mitad se malgasta en la satisfacción de deseos estúpidos, en la impotente ignorancia de la niñez, en penurias, trabajos y enfermedades, y en la inutilidad de la vejez. Dedícate a alguna actividad que valga la pena y ten cuidado de no utilizarla para la tonta búsqueda de placeres sensuales. Utiliza tus preciosos años para la contemplación de la gloria del Señor, para fijar la mente en sus pies de loto cada vez con más firmeza, transportándote así a la ribera opuesta del vasto océano del nacimiento y la muerte. Por lo tanto, practica la rememoración del nombre del Señor, en todo momento y bajo cualquier condición. Sathya Sai (Prasanthi Vahini, Capítulo 26)