Deben avanzar de lo conocido a lo desconocido; entonces el amor se expande en círculos cada vez más amplios hasta que abarca a toda la naturaleza, hasta que incluso arrancar una hoja de un árbol los afecta tan dolorosamente que no se atreven a herirla. La verde vitalidad del árbol es un signo de la Voluntad Divina que envía sus raíces a lo profundo del suelo. Las raíces mantienen al árbol a salvo de las tormentas sujetándolo firmemente contra el violento tirón del viento. De la misma manera, si las raíces del amor en el hombre descienden al manantial de lo Divino en él, ninguna tormenta de sufrimiento podrá sacudirlo y estrellarlo en la incredulidad. Así como un terrón de azúcar endulza cada gota de agua en la taza, el ojo del amor hace a cada persona en el mundo amigable y atractiva. Las sencillas pastoras de Gokul se veían unas a otras como Krishna; tal era su arrollador amor por la Encarnación Divina. Sathya Sai. – Discurso del 24 de mayo de 1967.