La mente planea y ejecuta innumerables acciones y vaga sobre vastas extensiones, todo en un abrir y cerrar de ojos. Opera a una velocidad inimaginable. Concibe un objeto y se entretiene un rato con él, pero pronto lo descarta por otro objeto más atractivo hacia el cual escapa y por el que comienza a preocuparse. El aspirante espiritual debe estar siempre alerta a esta tendencia de la mente. Cuando la mente coquetea pasando de un objeto a otro, debe ser devuelta hacia el camino correcto y el objeto correcto. Esta es la práctica espiritual apropiada, la senda de la concentración y la meditación. Sin embargo, si el aspirante no se esfuerza por alcanzar esta concentración en un solo punto, sino que deja suelta a la mente, siguiendo sus caprichos de aquí para allá, el proceso merece llamarse meditación de mono (markata dhyana); un tipo de meditación que es ciertamente muy dañino para el progreso espiritual. Sathya Sai. (Dhyana Vahini, Capítulo 13, versión en inglés).