Uno de los objetivos de la educación es cultivar la mente y el espíritu. Esto también se asemeja a la agricultura, que nos provee de alimentos y vestido. Deseamos dhanya (granos) para sostener el cuerpo. Requerimos de dhyana (meditación) para sostener el espíritu. En la agricultura se prepara el suelo, se siembran la semillas, se alimentan con fertilizantes y se cosecha la siembra. En el «cultivo del corazón», debemos arar el hrudhaya-kshethra (el campo del corazón) quitar las malezas y plantas silvestres y sembrar las semillas. Las malezas son las tendencias, actitudes y hábitos perniciosos; los fertilizantes son la devoción y la dedicación. El agua que ayuda a crecer el plantío es la calidad del amor. Las semillas son los Nombres de Dios, los cuales son depositados dentro del corazón ya purificado. La cosecha, que es la recompensa de toda esta disciplina espiritual, es la sabiduría. El cultivo del corazón ha sido la meta final del Sanathana Dharma, la antigua religión de la India. Es esencial para una vida serena, contenta y feliz. (Discurso del 5 de enero de 1975)