No se dejen llevar por los placeres del mundo. Emprendan el camino sagrado y santifiquen su tiempo recitando el nombre divino. No hay necesidad de destinar una hora ni un lugar específicos para namasmarana. Pueden hacerlo dondequiera que se hallen, sin importar qué estén haciendo. Es necesario pagar impuestos por el agua y la electricidad, pero no hay impuesto a namasmarana. Nadie puede impedirles que lo hagan. Es muy simple y a la vez muy efectivo. Sin embargo, la gente no percibe el valor de namasmarana, porque es muy fácil de practicar. Piensan que solo se puede alcanzar a Dios por medio de severas austeridades. Esto es un error de concepto. Cultiven el amor a Dios. Esta es la auténtica devoción. Desarrollen el amor sagrado. No critiquen ni ridiculicen a nadie. Den felicidad a todos al compartir con ellos su amor. Esta es la verdadera práctica espiritual ¡Sigan este simple camino, experimenten la bienaventuranza y santifiquen sus vidas! (Discurso, 24 de febrero de 2002)