Cuando se encuentran con una gran falta en los demás, considérenla como algo trivial. Entonces no estarán criticando. Supongamos que ustedes cometen una pequeña falta; traten de magnificarla de tal manera que nunca más piensen en cometer una falta similar nuevamente. Viéndolo de esa manera, nunca más tendrán ocasión de volver a ser culpables de cometer la misma falta. Por otro lado, si ocultan su culpa y tratan de señalar la culpa de los demás, no será bueno ni para ustedes ni para los demás. No deben señalar continuamente los errores de los demás. Además, si alguien les señala una falta en ustedes, acéptenlo humildemente porque ustedes, por sí mismos, no podrán descubrir en qué se equivocan. Es difícil identificar sus propias faltas porque su visión está dirigida hacia afuera, ¡no podrán encontrar los defectos en su propia naturaleza! (“Lluvias de verano”, 1978, capítulo 16)