Cierta vez, un maestro convocó a todos sus discípulos para decirles que les obsequiaría algo extremadamente dulce, y que debían protegerlo de insectos y roedores. Los discípulos recurrieron a diversos artilugios para salvaguardar el regalo del gurú. Sin embargo, uno de ellos se lo comió, lo digirió, y de ello obtuvo considerable fortaleza y energía. ¿Cuál es la lección a extraer de esta historia? Significa que las enseñanzas aprendidas del maestro no solo deben mantenerse a buen recaudo. El nectarino mensaje debe ser intronizado en el corazón. Debe llegar a ser parte de nuestro ser. Entonces, el receptor adquiere vigor y fortaleza. Del mismo modo, lo que ven, escuchan o leen debe ser llevado al corazón y puesto en práctica. Solo así tendrán una plena satisfacción al beneficiarse de las enseñanzas. No basta con escuchar. Deben incorporar y digerir lo que han escuchado. Debe ser puesto en práctica en la vida cotidiana. Sathya Sai. (Discurso del 27 de julio de 1996).