El hombre está encerrado en cinco envolturas: la física, la vital, la mental, la intelectual y la de bienaventuranza. Esta última es el centro. Por lo tanto, el hombre solo necesita explorar dentro de sí mismo para encontrar infinita bienaventuranza. La bienaventuranza no debe buscarse mediante la acumulación, sino mediante el sacrificio y la promoción del bienestar de los demás. Los Vedas recomiendan el sacrificio (Tyaga) como el único camino a la inmortalidad. Den en abundancia, den alegremente, den para la gloria de Dios y en gratitud a Dios. El egoísmo es el cáncer que destruye la caridad. Aunque uno es consciente de que un paso es erróneo, el egoísmo no le permite desistir. Pero puede ser superado con una firme determinación. Compartan con los demás el conocimiento y las habilidades que han adquirido, las ideas y los ideales de los que se han beneficiado y la alegría que han logrado mediante la disciplina y la dedicación. Compartirlos, no los disminuirá ni los devaluará. Por el contrario, brillarán mejor y con un mayor esplendor. (Discurso del 21 de abril de 1983)