El corazón que está repleto con el satwa guna (pureza) es el océano de leche. La contemplación constante en la Divinidad, sea la propia realidad o el ideal a alcanzar, es la montaña Mandara instalada puesta allí como la vara de batir. Vasuki, la serpiente que fue enroscada alrededor de la vara como una soga, es la sucesión de todos los sentidos. La soga (sus sentidos) es sostenida tanto por los buenos como por los malos impulsos, y ambos luchan a través del proceso de batido; ansiosos por los resultados de lo que cada uno ha deseado de todo corazón. Los sabios esperan pacientemente la aparición del Señor inmortal, con celo e interés imperturbables. La Gracia de Dios es la Encarnación de la tortuga porque el Señor mismo viene al rescate, al saber que ustedes están buscando con mucho esfuerzo el secreto de la inmortalidad. Él viene, silencioso y sin ser visto, como lo hizo la tortuga, manteniendo inafectado el proceso manana (contemplación), y sirviendo como una base firme de toda práctica espiritual. Muchas cosas emergen de la mente cuando es batida, pero los sabios esperan pacientemente la aparición del garante de la inmortalidad, y se toman de él con avidez. (Discurso del 13 de enero de 1965.)