¡Sean al menos humanos, incluso si no aspiran a convertirse en divinos! Ser humano es por lo menos mejor que la condición de las bestias, pues ellas no recuerdan el pasado ni planifican para el futuro. El ganado no sabe que está arando para poder sembrar y llevar la cosecha a casa al terminar la siega. El hombre acumula sobre su cabeza el pasado y el futuro y, como no se siente del todo seguro, ¡se toma la molestia adicional de «asegurarse»! El hombre está agobiado de deseos; planea iluminar el futuro y borrar el pasado. La pequeña semilla del deseo crece rápidamente hasta convertirse en un poderoso árbol; por lo tanto, deben freír la semilla en el fuego de “tapas” (penitencia) para que no brote. ¡El fuego del desapego freirá la semilla del deseo hasta quitarle el último rastro de vida en ella! Meros arrebatos transitorios de renunciamiento no lograrán impedir que brote. El desapego debe ser complementado por el conocimiento de la vacuidad del mundo objetivo. -Sathya Sai. (Discurso del 4 de octubre de 1967).