Imaginen que están visitando a un amigo en una ciudad, y planean estar con él durante diez días. Han llevado algo de dinero, y sienten temor de tenerlo consigo. No obstante, si le han entregado la billetera a su amigo para que la custodie, pueden pasear alegremente, recorriendo todos los sitios de la ciudad y suburbios, que anhelan visitar. Pueden circular por el más concurrido mercado, sin rastro de temor. La billetera que tienen es el Amor: entréguenselo todo a Dios. Él los liberará de preocupaciones, ansiedades y miedos. A través de japa, dhyana y seva sadhana (contemplación, meditación y servicio), tienen que cultivar el amor a Dios. Tomen como ejemplo a Dhruva. Él rezó y practicó austeridades para inducir a Dios a que le otorgara el gobierno del reino. Pero, cuando Dios apareció ante él como Vishnu, Dhruva dijo: «Señor, no deseo el reino. Te quiero a Ti y solo a Ti». De la misma manera, en las etapas preliminares, rezamos pidiendo beneficios mundanos y ganancias materiales, pero, a medida que los pensamientos se van aclarando y purificando, deseamos una sola bendición de parte del Señor: ¡a Él mismo! (Discurso, 25 de diciembre de 1981)