Muchos en este mundo, incluso entre los eruditos, no invierten el tiempo de vida que se les ha otorgado, en la persecución de ciertos ideales elegidos. Por lo tanto, sus carreras terrenales son como el viaje de un barco sacudido por la tempestad, que ha perdido su ancla y su brújula, y está atrapado en medio del océano. Se debaten entre metas e ideales opuestos; prestan oídos a llamados diversos y sus vidas terminan siendo un desperdicio y un fracaso, porque dicen una cosa y, en su ignorancia y temor, hacen otra. La meditación les otorga fijeza de propósito, valentía y también sabiduría. Los sentimientos que surgen en la mente, clasificados como serenos, inquietos e ignorantes (sátvicos, rajásicos y tamásicos), también tienen que ser vigilados y purificados. La inquietud y la ignorancia tienen que ser arrancadas de raíz. La meditación es el arma para esta tarea. El camino de la meditación (dhyana-marga) destruirá la ignorancia (ajnana) y concederá la unión individual con la Divinidad (Brahmaikyata). Sathya Sai. Dhyana Vahini, cap. 14.
