El aprendizaje espiritual (vidya) nos impulsa a arrojar el ego al fuego del sacrificio, y a fomentar en su lugar el amor universal, que constituye los cimientos para la superestructura de la victoria espiritual. El amor que no conoce límites purifica y santifica la mente. Que los pensamientos se centren en Dios, que los sentimientos y emociones sean sagradas, y que la mano sea así saturada de lo bueno. La educación espiritual tiene que adoptar esta tarea de sublimación. Debe instilar en primer lugar el secreto del servicio. El servicio prestado a otra persona tiene que conferir una completa alegría, en todas las maneras posibles. La educación espiritual debe enfatizar esto, a través del servicio (seva); ningún daño, dolor ni pena debe ser infligido a los demás. Mientras se presta servicio, este no debe ser manchado por la actitud de que se lo realiza para la propia satisfacción. El servicio debe ser prestado como parte esencial del proceso mismo de vivir. (Vidya Vahini, Capítulo 8)